Señor Oscuro y Hombres Lobo – Memorias de un friki exiliado XVIII

Hasta ahora he recomendado videojuegos en dos plataformas y cómics. Pues este mes voy a recomendar un par de juegos, pero de mesa. Uno es bastante popular: «Los hombres lobo de Castroviejo», más conocido como Lobo. Y el otro, también muy divertido: «¡Sí, Señor Oscuro!», un juego lleno de risas e imaginación. Ambos son juegos con unas cartas específicas, y son perfectos para partidas rápidas en cualquier reunión de amigos. Hay que jugarlos con un mínimo de cinco personas para que empiece a ser divertido, y cuantos más, mejor. Y puedo decir con total seguridad, que en las cenas de Erasmus triunfan. Vayamos primero con el Lobo, porque el Señor Oscuro tiene mucha tela.
El Lobo es el más rápido de los dos, pero aún así, puede llegar a aburrir en algún momento. Sobretodo si ya se lleva un rato bebiendo cosas… espirituosas. Hay unos lobos, que cada noche se despiertan y se cargan a alguien del pueblo. Por la mañana el pueblo debe decidir democráticamente quién es el lobo. Se parece mucho al «pueblo duerme» que se juega con una baraja normal y corriente. Pero en este, cada persona tiene una función, no solo hay lobos y gente normal. El Cazador, por ejemplo, si muere, mata a alguien. La Vidente cada noche elije la carta de alguien para conocer su identidad. Son personalidades que dan mucho potencial al juego. Pero lo dicho, como cada ronda hay que cerrar los ojos y esperar sin hacer nada, puede cortar el rollo del ambiente fiestero.
La caja verde del juego "¡Sí, Señor Oscuro!"

La caja verde del juego «¡Sí, Señor Oscuro!»

Ahora vamos con lo gordo. Porque el Señor Oscuro es bastante más complejo. Y al contrario que el Lobo, el Señor Oscuro mejora con el alcohol (científicamente comprobado). Primero de todo, en el Señor Oscuro no se gana, simplemente se intenta no perder. O mejor dicho, se intenta que pierdan los demás. Hay un Señor Oscuro (qué inesperado), que es la encarnación del mal. Y ese Señor Oscuro, como en todas las historias de fantasía, tiene esbirros a los que manda de misión para acabar con los héroes. Y como en todas las historias, los esbirros pierden. El Señor Oscuro es malo, así que alguien debe cargar con la culpa, y los esbirros se acusan unos a otros para no ser los culpados. El que acumule tres «miradas» (faltas) pierde. Con las cartas, los esbirros del Señor Oscuro deben inventarse una historia para echarle la culpa a otro. Esa historia puede (y debe) ser absurda, pero un poco creíble. Y se llegan a cosas MUY absurdas, esa es la gracia del juego. Después, el Señor Oscuro decide quien tiene la culpa. El Señor Oscuro tiene total libertad para «mirar» a los esbirros. Que si uno no se calla, que si no habla, que si le ha mirado directamente a los ojos… Cualquier excusa es válida para que el Señor Oscuro castigue a un esbirro.
Lo dicho, tanto «¡Sí, Señor Oscuro!» como «Los hombres lobo de Castroviejo» son juegos que deben estar en todos los campamentos, festivales, acampadas, viajes, quedadas… Porque son cortos y divertidos. Así que eso, a jugar y a pasarlo bien. Arrivederci e buona serata.