Final – Memorias de un friki exiliado XX

Todo lo bueno acaba. Todo tiene un principio y un final. Llegará antes o después, pero el final es inevitable. Y este Erasmus no iba a ser diferente. Todos sabíamos que el final iba a llegar. Lo que no nos esperábamos, es que nos pillase tan de sopetón. Porque cuando más a gusto estábamos todos, se acabó. Se acaban los exámenes, llega el final del semestre, y los que nos quedábamos solo medio curso, debemos irnos. Y la verdad es que se hace duro. Dejar a gente con la que has compartido mucho en muy poco tiempo… Volver a la rutina… Pero bueno, nada nuevo bajo el Sol.

Panel de llegadas al aeropuerto, la parada final de mi Erasmus

Panel de llegadas al aeropuerto, la parada final de mi Erasmus

También es cierto que no es un final del todo, porque estamos seguros que nos volveremos a ver. Y no, no va a ser lo típico que se dice y luego no se hace. Quedaremos. Seguro. Espero. Y aparte de eso, no es solo un final, sino un principio, porque vuelvo con la gente de España. Que también había muchos a los que se les echaba de menos. No a todos, pero sí a algunos. En serio, no recordaba la cantidad de tontos por metro cuadrado que hay en mi clase. Aunque bueno, en el Erasmus también había una cantidad enorme de tontos… Al final, en todos sitios cuecen habas.
Pero bueno, no hay que centrarse en las cosas malas. Vuelvo a ver a gente a la que aprecio, y me voy dejando a gente que también aprecio. Si obviamos que hay que estudiar, todo está bien. Y por otra parte, quedan los consejos. Si podéis, id de Erasmus. O si no, de Sicue (lo que antes era la Séneca). O de vacaciones largas a otra ciudad. Lo importante es cambiar de aires un tiempo. Y lo dice alguien tan casero como el pan. Quieras que no, al final todos debemos salir de nuestra zona de confort un tiempo, y saber si somos capaces de sobrevivir. Yo creo que lo he conseguido. Además, las experiencias vividas y las personas conocidas en un Erasmus no se olvidan. Espero. Porque como al final me olvide, me pego yo a mí mismo.
Creo que no tengo mucho más que decir. Salid de vuestra ciudad, conoced gente, vivid. Porque al final, para eso estamos aquí, para vivir. Y sé que suena cursi, pero narices, es verdad. Cuando haces algo que nunca habías hecho, te das cuenta de lo bueno que hay más allá de lo conocido. Y nada es el final, todo puede ser el principio de algo. Espero que os haya gustado este pequeño diario, retransmisión, o cómo queráis llamarlo. Yo, por lo menos, estoy orgulloso de mi trabajo. Y al igual que el volver a España no es el final, esto no es un adiós, si no un «hasta luego». Arrivederci e grazie.